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Todas estas investigaciones tienen como objetivo desarrollar nuevos fármacos que permitan, por ejemplo, borrar los recuerdos que impiden llevar una vida normal a alguien que ha tenido un terrible accidente y es víctima de estrés post-traumático. La técnica para implantar recuerdos falsos, o artificiales, está por ver si es trasladable en humanos, pero una posible aplicación sería restaurar memorias perdidas en determinados pacientes, o incluso añadir recuerdos felices a alguien que es víctima de profundas depresiones. Pero, de momento, ese tipo de cosas pertenecen aún al mundo de las películas de Schwarzenegger.
La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse. Roger Martin du Gard
El doctor en neurociencias Luis Felipe Orozco explica que este tipo de tratamientos busca modificar los recuerdos traumáticos almacenados como memoria a largo plazo, que por su carga emocional pueden dominar el funcionamiento mental de una persona. Asegura que no se está quitando esos recuerdos "sino la asociación entre ellos y la emoción. Eso que hizo de esa experiencia algo traumático se elimina, y por lo tanto el recuerdo pierde relevancia". Al hablar de su eventual utilidad, pone el ejemplo de un soldado que sufre de estrés postraumático porque vio cómo sus compañeros fueron ejecutados. "Si usted le borra esa asociación y después le muestra al militar fotos de personas ejecutadas, él no volverá a experimentar la emoción asociada a su experiencia. Ese recuerdo no va a seguir controlando su vida".